martes

DECIR SÍ.




Quiero mostrarles la magia del teatro de la mano de Griselda Gambaro, que en cuatro páginas, escribió una de las mejores obras del teatro argentino.
En Decir sí se reconstruye una relación establecida entre peluquero y cliente, como metáfora de la relación victima- victimario, propia de la época. La obra fue escrita en 1974, pero fue estrenada dentro del emblemático ciclo “Teatro Abierto”, en julio de 1981 en el teatro del Picadero de Buenos Aires.
Los objetos del escenario propuestos por las didascalias (un espejo, un sillón giratorio, utensilios de afeitar, pelo cortado por el suelo) representan una peluquería convencional. No obstante, la actitud del peluquero, ante la llegada del cliente (no saludarlo, darle la espalda para mirar por la ventana) constituye el primer indicio de ruptura con la cotidianeidad, con los códigos de comportamiento socialmente aceptados. Ambos personajes entablan una relación que transgrede la figura convencional del peluquero, largamente codificada en las distintas expresiones estéticas del costumbrismo argentino.
Se intercambian roles lo que somete aun más al cliente que, actuando como peluquero, debe concebirle todo al que está sentado en el sillón:
Esta vez, el cliente es el que charla, el que canta, el que busca adular y complacer, el que nunca manda, el que jamás tiene razón. Es el que asume todo el peso del discurso verbal: así, busca "construir" el diálogo y recurre para ello a distintas estrategias lingüísticas. Responde a preguntas que él mismo hipotetiza e intenta, a través de continuas rectificaciones de su propio discurso, verbalizar acertadamente el presunto pensamiento de su respuesta. La palabra del cliente -cada vez más desconcertado- se torna, entonces, errática e incoherente.
Sin embargo, cuando creíamos que la relación estaba dada por lo que debía ser. El peluquero le hunde la navaja. Se lleva la mano a la cabeza y se quita una peluca. Este gesto del asesino constituye un signo objetual altamente significativo que resemantiza la historia narrada y, al interactuar con los otros sistemas significantes, instaura nuevos y más complejos niveles de metaforización. Gesto final que muestra al cliente como víctima de un siniestro engaño. Si el pelo mal cortado era falso y no hubo "culpa", no existe justificación alguna para el crimen. El principio de causalidad que parece regir el desenlace (torpeza-crimen) queda invalidado. Sin embargo, no se trata de una situación aislada y puramente causal. Un recuerdo infantil narrado por el cliente a quien sus compañeros de juegos arrojaron a un charco maloliente por negarse a cruzarlo, aporta información sobre la prehistoria del personaje y parece explicar su miedo a rebelarse y su incapacidad para volver a "decir no". Si "decir no" alguna vez perjudicó al personaje, "decir sí" ahora lo aniquila. El título de la obra pone el acento en el poder del discurso verbal y por ende, en el valor contractual de la afirmación, reforzado por la presencia del infinitivo. "Decir sí" significa aceptar, coincidir, pero también, en la instancia correspondiente a la dinámica entre significantes verbales y no verbales ya señalada, "decir sí" significa someterse. Desentrañar los mecanismos de sometimiento a través de la desconstrucción de la relación comerciante-cliente transformándola en victima-victimario es propio del estilo de Gambaro.

4 comentarios:

Unknown dijo...

ha sido de mucha ayuda, se me despejaron varias dudas sobre las situaciones de la obra, los papeles de los personajes y el significado de la obra.

Unknown dijo...

aguante el coscu

Unknown dijo...

ndeahh

Unknown dijo...

Como eran los personajes descripción